viernes, 22 de julio de 2016

EL SECRETARIO 3-9 (1): TRAIDOR SE ESCRIBE CON F DE FRANCÉS

No sé cómo me las apaño, porque yo soy una persona de lo más apacible, que odia la violencia y que prefiere contemplar a un gatito lavándose las patitas de terciopelo que liarse a leches, pero ahí estaba, dispuesta a arrancarle los ojos a ese relamido.
Se había metido con la literatura romántica. Que fuera un autor de prestigio y con premios no le daba derecho a aquello. Se había metido con mi estilo. ¡Se había metido con mi pelo! ¡Y yo ahora me peinaba todos los días!
¡Iba a convertir ese batín de seda en tiras para sujetar mis tomateras!
Estaba a punto de saltar con las garras en ristre, cuando sentí que alguien me sujetaba por detrás, aguándome la fiesta.
—Tranquila, petite, deja al Maestro.
Aquel olor, aquellas manos, aquel acento…
Me quedé quieta, con los pies colgando a dos palmos del suelo, más por la sorpresa que por otra cosa.
¡Alain! ¿Alain?
¡Y había dicho Maestro!
No sé cómo pude arreglármelas, pero de pronto mi objetivo fue otro. Me olvidé del engreído Moncho y dediqué toda mi atención al traidor que todavía me sostenía para evitar que le arrancara el corazón a su adorado nuevo jefe y me lo comiera para la cena.

Como una garrapata, me aferré a su cuello con toda mi alma y le clavé los dientes en el cuello.

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