viernes, 24 de junio de 2016

EL SECRETARIO 3-6 (2): LO QUE SIEMPRE QUISE

Ya casi había olvidado a Comosellame (es decir, solo pensaba en él cada dos segundos y medio, más que nada para maldecirle y preguntarme, solo a veces, si habría gato encerrado tras su desaparición, visto que no estaba con Alexia y vistos nuestros antecedentes), cuando algo vino a recordármelo de una forma cruel.
Y es que las comparaciones son odiosas, nos pongamos como nos pongamos.
—No sé por qué las mujeres despechadas me parecen todavía más cachondas. O a lo mejor son esos taconazos.
Sopesé tirarle la taza a Pascal, pero era mi taza favorita. Mi taza favorita solo se la tiraba a su odioso primo el traidor.
—¿Quién te ha dejado entrar en mi casa?
—Desde que mi primo no está, Lorito no sabe si soy amigo o enemigo —dijo Pascal, sentándose frente a mí sin permiso.
La verdad es que Pascal siempre ha sido más todo que su primo, Comosellame, el traidor: más atractivo, más sonriente, más golfo, más rubio… Reconozco que es atractivo como el diablo y que yo en ese momento estaba necesitada de consuelo, pero también recordé que venía de los brazos de Alexia que, tras nuestra alcohólica tregua, había vuelto a ser mi archienemiga.
—Enemigo.
Él negó con la cabeza, luciendo una sonrisa depredadora y encantadora a la vez. Estaba bueno el maldito. Y me traía recuerdos de alguien más moreno y menos sonriente.
—Yo no soy tu enemigo. He venido por si quieres hablar.
Me pilló por sorpresa. No sabía si reír o llorar.
—¿Hablar?
—Hablar o lo que quieras, estoy abierto a sugerencias —añadió con un guiño pícaro.
Sonreí, aliviada. Ese era mi Pascal. En el fondo, muy en el fondo, era un encanto. Le eché de mi casa a patadas, pero pensé que quién sabe… si no fuera rubio… existe el tinte.


viernes, 17 de junio de 2016

EL SECRETARIO 3-6 (1): LO QUE SIEMPRE QUISE


Todo iba genial en casa Grey. En unos pocos días todo volvió a ser como si ese tipo… sí… ese francés… como se llamara… jamás hubiera existido. Todo era estupendo, y todos allí éramos felices a rabiar.
Yo me había adaptado a mi nuevo peinado y mi nueva vida (si hasta había encontrado en un cajón una cosa llamada planchas del pelo y hasta había aprendido a enchufarlas y todo). Lorito me miraba con desconfianza cada mañana cuando me veía aparecer por la puerta de mi dormitorio, bien vestida (al menos vestida decentemente), peinada, con un maquillaje discreto (nada de mis sempiternos rojos), y me ponía a escribir con una taza de té, sin distracciones ni regateos.
Aunque, todo hay que decirlo, ya no había nada en aquella casa que me distrajera. Nada de miradas atravesadas, de medias sonrisas, de acentos franceses sexys…
Nonono. Borra eso. Habíamos quedado en que nada de eso existía.
Ahora hablo sola.
Estupendo.

Soy muy feliz. Y hasta me lo creo y todo.

viernes, 10 de junio de 2016

EL SECRETARIO 3-5: VIDA NUEVA. PUES QUÉ BIEN...

—¿Quién es usted y qué ha hecho con mi adorable jefa?
Enarqué una ceja y miré a Lorito con cara de pocos amigos.
—Yo a veces me peino. No sé por qué me miras con esa cara de sorpresa.
—No es que no estés guapa, que tú siempre estás guapísima. Eres la más guapa de las jefas del mundo… —Puse los ojos en blanco. Era pelota hasta el hartazgo—. Es solo que pareces una señora. Una señora seria…
Parpadeé.
¿Seria? ¿De verdad? Estuve a punto de reír, pero no tenía ganas. Hacía días que no tenía ganas de reír, pero había decidido que iba a cambiar, que iba a dejar atrás mi vieja vida, y aquel cambio de peinado era el primer paso para ello. Tal vez ser seria de una vez no era una mala idea.
Esbocé una sonrisa ladeada que le hizo dar un paso hacia atrás.
—Algunos dirían que ser seria no es malo. ¿No es lo que siempre decís los secretarios, que las autoras de verdad son serias?
No tuvo otro remedio que callar. Más le valía. Sabía que no estaba de los mejores humores posibles desde que Alain… en fin, que no estaba de los mejores humores posibles.
De todas formas, ¿qué podía decir, si tanto él como su amiguito francés se habían tirado casi dos años dándome la tabarra con que tenía que portarme como el resto de las autoras?
Pues ahora les iba a dar la razón para variar, aunque solo fuera por hacer algo, porque si no hacía nada iba a reventar.